Afectan a los músculos y pueden producirse por traumatismos directos, sobreesfuerzos, movimientos inadecuados, etc.
Diferentes tipos de lesiones:
• Contusión. Se producen por un golpe sobre el músculo y pueden ocasionar inflamación, dolor y hematoma.
• Calambre. El músculo se contrae de forma súbita y se acorta durante unos instantes, produciendo un intenso dolor que dura unos instantes antes de calmarse, aunque no totalmente.
• Contractura. En este caso la contracción repentina del músculo se mantiene en el tiempo, causando dolor y limitando el movimiento.
• Distensión. También se denomina hiperextensión o elongación muscular. Se genera cuando el músculo se estira más de lo que puede abarcar. Causa un dolor difuso que perdura en el tiempo.
• Rotura fibrilar o desgarro muscular. Se rompen una o varias fibras del tejido muscular y su gravedad depende de la extensión de la lesión y de su duración. El dolor es agudo y muy localizado, aunque los más graves causan la inmovilidad inmediata del músculo.
• Rotura muscular completa. El músculo se rompe completamente. El dolor es intenso y se siente la imposibilidad de mover el músculo, causando la inmovilidad.
El dolor muscular, en la mayoría de casos, suele ser temporal y acaba por mejorar pasados unos días. Si se desea, se pueden emplear antinflamatorios o analgésicos para aliviar la molestia, siempre con la supervisión de un profesional sanitario, como el médico o el farmacéutico. En caso de lesión grave tras una sesión de ejercicio, hay que acudir a un centro médico para una correcta evaluación y tratamiento específico.